lunes, 9 de noviembre de 2009

"Government Sachs"

El banco de inversión Goldman Sachs concentra gran parte de la furia popular por la crisis financiera global. Vuelan las teorías conspirativas que unen las decisiones del ex secretario del Tesoro, Hank Paulson, con su pasado en una de las empresas ícono de Wall Street y sus varias llamadas al CEO de la empresa, Lloyd Blankfein, en los agitados días de Septiembre de 2008.

El último disparador fue la distribución de vacunas contra la gripe H1N1.

Otras empresas, como Citigroup, también recibieron vacunas. Este genial al que llegue a través del blog The Big Picture muestra ese odio visceral en apenas unos segundos en los que entrelazan la imagen de Goldman Sachs, la gripe porcina, los sueldos de los ejecutivos y la vida de los norteamericanos más adinerados del país....

martes, 27 de octubre de 2009

Fall

En la jerga norteamericana, el otoño es simplemente fall. Se han escritos muchas palabras y filmado muchas películas sobre el otoño neoyorquino. El Central estalla en naranjas, amarillos y tostados, las hojas comienzan a perderse, y el frío empieza a calar duro en los huesos. Lo peor es cuando llueve: el viento y el agua se complotan par helar las manos y los pies.

Las mujeres dejan de lado la coquetería de las sandalias y las botas de cuero para resguardarse en bostas de goma estilo Pampero, como las que se ven en los tambos argentinos. No es joda: el campus de Columbia (y Nueva York) está repleto de botas tamberas.

Hay diseñadores que atentos a las necesidades de las damas buscan capitalizar la tendencia. Mark Jacobs es uno de ellos. Por nada más que US$ 28 (una ganga si se compara con lo que cuestan los zapatos de mujer) se pueden adquirir botas tamberas con onda, que algunas incluyen en la categoría "must-have". Lo pueden ver acá.

miércoles, 21 de octubre de 2009

martes, 13 de octubre de 2009

Fuego sobre Manhattan

Propaganda para seguros de salud

Una radiografía facial..... US$ 400
Una sutura de labio, una "inmunization vaccine" y los cuidados de la ER.... US$ 3283,42

Saber que tengo un seguro médico que va a pagar por esto (o la mayor parte), NO TIENE PRECIO!

(Para todo lo demás está la reforma del sistema de salud de Obama, que he decidido apoyer fiervientemente...)

jueves, 8 de octubre de 2009

WSJ

Murdoch fue mala onda. Eso de cobrar por contenidos online fue en contra de la corriente (incluso de sus propias palabras) y la verdad es que me pareció hasta pésimo negocio. Hasta hace unos días...

Me metí en la página del WSJ y me su0scribí a la edición online y papel por $ 2,69 por semana. Si, menos de tres dólares (o nueve pesos) por semana, por el diario todas las mañanas en la puerta de casa, la página personalizada, más todos los servicios (que todavía no tengo la menor idea qué tal son). Me pareció un regalo, una ganga, mas cuando pienso en lo que cuestan otros diarios en otras latitudes y en lo que ofrecen otras páginas de Internet de medios que diversificaron su plataforme.

Perdón Murdoch, quizás me apuré un toque en eso de criticar la estrategia.

lunes, 5 de octubre de 2009

Clarín, Clarín....

En una de las salas de lectura de la biblioteca Buttler, en el centro de la Universidad de Columbia, hago zapping por los blogs y llego a esta editorial de Clarín.

Paso el primer párrafo, paso el segundo, pasó el tercero, y así, hasta que llego a esto:

"En ninguna de sus actividades el Grupo Clarín es un monopolio. De hecho, el mercado argentino de medios es uno de los más diversos del mundo. Y Clarín actúa en cada segmento compitiendo intensamente. Nos gusta la competencia. Nos estimula y estamos acostumbrados a ella."

Ya está. No leo más porque estoy lejos, la verdad es que no tengo ganas, pienso 'quién me manda a mi a mirar los diarios cuando tengo tanto para leer', porque mejor no como algo, trato de digerirlo (si es que puedo) y me fumo un pucho como para bajar el ritmo cardíaco y tratar de eludir el bobazo antes de los 70... En fin, todo eso por un párrafo. No vale la pena. La verdad es que no.

miércoles, 30 de septiembre de 2009

Seis puntos

Ya tengo esa marca imborrable que dejan algunos viajes. Lo logré en menos de un mes. Y no me refiero a un recuerdo fugaz, o a un metamorfosis profunda del alma. Lo mío es más concreto. Más tangible. Mi marca imborrable surgió de un porrazo contra una de las hermosas veredas de Morningside Heights. El resultado fueron seis puntos (pensaba que eran cinco, pero después me descubrí uno abajo del bigote) en el lado derecho de mi labio. Cuatro fueron por afuera, dos por adentro.

Llegué medio lelo a la sala de emergencia, pero en pleno uso de mis facultades motrices y mentales (el porrazo no fue tan duro). Me pusieron una cinta con mi nombre y un código en una muñeca. Me midieron la presión, la glucemia y la temperatura. Apareció un médico. Me mira, me toca, me pregunta qué pasó (momento oportuno para contar que todo comenzó con un desmayo) y me dice que espere. Vuelve al rato. Me pone una manta azul esterilizada sobre la cara, con un pequeño círculo que dejaba ver el labio. El suero empieza a correr por mi boca (he tragado cosas mejores), tres pinchazos, aguja e hilo. Finalmente, una radiografía de mi cara (dos, porque la primera salió mal).

Ayer me sacaron mis seis puntos. La última vez que pasó algo similar fue hace 22 años. Un descuido dejó mi frente estampada en el borde del patio de la Escuela Tomás Godoy Cruz, donde hice la primaria, en Mendoza. Curioso: también era un día de lluvia. Pero como reza uno de los himnos truchos de Milli Vanilli: "No culpes a la lluvia"...

sábado, 26 de septiembre de 2009

La Morocha

La Morocha me quiere.

Me espera bajo cualquier circunstancia. No le importa a qué hora llego, ni el estado en el que llego. A veces me espera abierta, lista para que la toque y la acaricie. Otras veces me espera cerrada, aguardando ese suave roce de mi mano que me conecta con ella.

La Morocha no me pide nada. Puedo no darle bola un día, dos días, una semana, y no importa: cuando vuelvo ella está igual que la última vez. Puedo llevarla a donde quiera, sea de día o de noche, sin avisarle nada, y ella viene igual, sin preguntar nada.

La Morocha se enciende en segundos. Hace varias cosas a la vez y puede bancar dos, tres y hasta cinco horas sin cansarse. Y lo mejor de todo es que piensa rápido. Lógico: tiene dos cerebros. Hasta ahora me habla en inglés y en español, pero sabe muchos más idiomas.

La Morocha es una pluma. Puedo alzarla con una mano, sacarla al balcón para que tome aire, salude y le sonría a los árboles y los edificios sin siquiera cansarme de sostenerla.

Es linda la Morocha... Tan linda que mejor se las presento:


miércoles, 23 de septiembre de 2009

miércoles, 2 de septiembre de 2009